Estuve leyendo sobre las crisis estructurales y sentí un poco de temor. Si las estructuras llegan al colapso… ¿qué podría evitar el desmoronamiento de lo demás?
Y, en todo caso, si las estructuras se derrumban, ¿dónde podremos colgar los tenis?
Estuve leyendo sobre las crisis estructurales y sentí un poco de temor. Si las estructuras llegan al colapso… ¿qué podría evitar el desmoronamiento de lo demás?
Y, en todo caso, si las estructuras se derrumban, ¿dónde podremos colgar los tenis?
Derrámame, lo admito, pero luego recupérame y déjame por allí en el mismo recipiente, sosegado y suspendido, para no dilapidarme o disiparme.
Se dice que Guns of Navarone, (película de 1961, conocida por nosotros como «Los Cañones de Navarone») es una película de guerra. Yo no lo creo. Para mí es una película dedicada a la suerte. La guerra es el pretexto para escudriñarla, para saborear todos sus matices. Además, ¿qué mejor que la guerra para determinar el papel de la fortuna en los afanes humanos?
Hannibal -la serie que llega a su fin, un tanto fatigada, con su tercera temporada- es un ejercicio gótico, incluso onírico (si tal cosa existe) inspirado en las obras de Thomas Harris. Cada quien tendrá su opinión, pero a mí me gustó. Es cierto que abusó y llegó a lo grotesco en varios momentos.También es verdad que revolvió y descompuso los finos hilos narrativos de Harris, pero es un deleite explorar los complejos laberintos mentales de un agente atormentado por su don de extraordinaria empatía (Will Graham) y los resortes casi incomprensibles de Hannibal Lecter, ese psiquiatra agudo, de refinados gustos y diabólica genialidad, cuyo pecado no es tanto su deleite caníbal, sino la desmesura de creerse émulo de Dios. Experto como soy en todas las obras y adaptaciones, sigo prefiriendo aquella lejana película Manhunter (1986) que disfruté en la sala Jorge Stahl de Colima cuando tenía unos 19 años. Me sigue gustando más su sentido realista, su Will Graham (interpretado por el estupendo William Petersen, tan merecedor de mejores papeles) y su Hannibal (aquí llamado «Lektor») interpretado por un joven Brian Cox. Eso sí, no dejo de reconocer el extraordinario trabajo realizado por Hugh Dancy (Graham) y Mads Mikkelsen (Hannibal). En especial Mikkelsen logró hacernos olvidar el sólido diseño de Anthony Hopkins en «El silencio de los corderos» (algo casi imposible, pues Hopkins catapultó a la fama a Hannibal y lo volvió un personaje fascinante para las multitudes) y nos obsequió un Hannibal elegante (aun cuando mostraba un gusto estético un tanto anticuado en sus impecables trajes) y con una apariencia más melancólica y despreocupada. En suma, gracias al creador, Bryan Fuller, por una serie que me regaló tantos buenos momentos y hasta me despertó el apetito. Ahora a esperar un resurgimiento, que algún día llegará, pues la dupla Graham-Hannibal da para mucho más.
1 ¿A quién se le habrá ocurrido revolver el origen de la Liga de la Justicia con el monstruo Doomsday? Es como confundir (perdón por la torpeza de la comparación) al renacimiento con el barroco, es decir, la expresión clásica con la desmesura posterior.
2 ¿No le fue suficiente al guionista explorar las tonalidades y amplias posibilidades de un duelo entre Superman y Batman para todavía añadirle un cóctel mal mezclado donde reaparece el General Zod y un Luthor juvenil y desquiciado?
3 ¿Era necesario contar otra vez el origen de Batman y hacerlo además con un lenguaje visual más deficiente que el utilizado por Cristopher Nolan en Batman Begins?
4 ¿A quién se le ocurrió que el ingrediente esencial de Doomsday sea la sangre de Lex Luthor en su papel de adolescente sangrón?
5 Cuando se trata de contar una historia se debe confiar en ella o algo está mal desde el principio. Un ardid para recomponer lo mal pensado es rellenarlo con todos los elementos imaginables, lo que termina arrojando un producto confuso e indigesto. ¿No hubiera sido mejor contar con más claridad la historia del enfrentamiento y el origen de la Liga de la Justicia sin tanto revoltillo y sin la muerte (en exceso prematura) de Superman?
En fin, me sentía emocionado con la posibilidad de disfrutar en cine del origen de la Liga de la Justicia. Espero que las siguientes cintas recompongan el camino. Tendré que consolarme mientras tanto con las franquicias de los X-Men y de Avengers.