Apuntes de la categoría: La irreflexiva reflexión

Cuello de botella…

Fecha: 12 de diciembre de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 2

Existen algunos que pretenden someter al espíritu a un cuello de botella, disciplinar al instinto que quiere desatarse. Tienen miedo de lo que puede hacer con ellos la bestia liberada. Sobre todo tienen miedo de seguirla, de dejarse llevar por ella hasta el delirio.

Osadía contra rigor…

Fecha: 12 de diciembre de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

Me gustan los textos que hacen pensar sin pensar demasiado. Es decir, aquéllos que desencadenan en lugar de aprisionar. Los que no quieren condicionar. Los que liberan el flujo espontáneo de unas ideas que ya andaban por allí, en un formato primitivo y austero, para encontrar nuevas formas de abrirse paso al mundo. Esos textos donde no se tiene miedo al impulso, al gesto audaz, al propio destino. Textos que no temen a la metáfora aventurera en lugar de arrinconarse al rigor metodológico. Textos sin pretensiones teóricas que sujeten a un rígido molde lo que se está pensando. Quizás por eso prefiero la literatura que piensa al puro filosofar.

Volver a Marcuse

Fecha: 25 de noviembre de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

No había escuchado de Herbert Marcuse cuando encontré un texto de él y lo adquirí, tan sólo por su título. Era Un ensayo sobre la liberación. Tendría yo, quizás, unos 16 o 17 años y el texto me hizo suponer que yo era tonto, pues tenía que leerlo y releerlo para tener la impresión de que alcanzaba a comprenderlo. Después supe de Marcuse que fue considerado, por los jóvenes de una generación anterior, un ídolo, un símbolo de la rebelión, ocupando un lugar cercano al del Che Guevara, Mao y Ho Chi Minh. Nada mal para un filósofo de lectura complicada (por lo menos para mí). Lo volví a leer hace poco y seguí encontrándolo complejo, aún con la cabeza de hoy que considero un poco mejor dotada para entenderlo. Es curioso como una generación de estudiantes afectos a la idea de la revuelta se apoderó de este filósofo, quizás sin leerlo mucho. Para alcanzar tal sitio, cercano al del mito, un escritor debe situarse en el lado propicio de la imaginación colectiva, en el manantial donde brotan las pasiones susceptibles de ser adoptadas por muchos. Nada fácil. Por lo menos se requiere suerte y eso no es para menospreciar a nadie, ni siquiera a un filósofo… El caso es que volveré a leerlo. Ojalá siga sin entenderlo. Eso me obligará a releerlo en algún momento del futuro, cuando su nombre esté todavía más alejado de los delirios de una camada que quiso transformar al mundo. Yo no aspiro a tanto. Me sentiré satisfecho con entenderlo (a Marcuse y al propio mundo).

Marginal

Fecha: 19 de octubre de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

La predilección por lo marginal es una vocación. Algunos tienden a lo sublime, otros a lo dominante, unos más sólo se dejan llevar. Pero existen los que gustan de los caminos mal transitados, esas rutas abandonadas que a veces, sólo a veces, llevan a paisajes interesantes. Otros cuantos, además de elegir lo poco transitado, tienen manías de recolectores darwinianos y se detienen a volver a mirar todo lo que quedó tirado. Examinan gustosos las rupturas y las malas vueltas, los recovecos sin sentido, las líneas de un subsuelo apenas descubierto por un súbito derrumbe, el lugar de descanso, un trivial montón de piedras, aquel claro que se dibuja casi excéntrico en la espesura, el raro instante donde la pendiente se vuelve hacia sí misma, los fragmentos sin desarrollo en la línea del pensamiento. Me gustan esos intentos vanos por seguir andando lo que alguien dejó a medias o desechó por cansancio, esos esfuerzos por darle nueva vida a lo que ya se decretó muerto, esa terquedad por volver a equivocarse. Que otros sigan por las vías rápidas. Aquí vamos los que gozamos del camino, sin prisa por llegar a otro lugar.

Trasfondo

Fecha: 19 de octubre de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

Existen teorías que iluminan. Otros sólo brindan un trasfondo, algo profundo donde el pensamiento puede intuir sus propios límites. No es algo menor. Todo lo que permanece a la distancia nos permite acentuar el relieve de lo que tenemos cerca de la vista.