Apuntes de la categoría: La irreflexiva reflexión

El filósofo que descubrió una roca que fue isla…

Fecha: 26 de febrero de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

El filósofo descubrió una roca flotando en la superficie de las ideas. La observó con cuidado. Subió en ella y descubrió que era más ancha y sólida de lo que había supuesto al principio. Se propuso estudiarla a profundidad. La exploró palmo a palmo y descubrió que era una isla. Extrajo muestras de su suelo. Recogió conchas de sus playas. Registró los ejemplares de flora y fauna que descubrió a su paso. Todo le pareció extraño y fascinante. Aquella roca que luego fue isla le pareció inmensa, llena de sorpresas y secretos. Se sintió como Darwin en las Galápagos. Cuando terminó su detallado inventario (y ubicó a la roca que fue isla en el mapa de las preocupaciones intelectuales) acudió a los institutos del saber para compartir con el mundo sus apuntes. Lo que ignoraba el filósofo es que aquella roca que fue isla era apenas la punta de un continente sumergido…

La parte que nos toca…

Fecha: 26 de febrero de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

Nuestra aproximación al saber es fragmentaria. Conocemos una parte de algo y a veces una parte de esa parte, pero con la parte que conocemos sentimos conocer el resto, la totalidad de algo, y hacemos juicios sobre esa parte y nos apasionamos sobre esa parte y a veces -locura sobre la miopía- nos apasionamos tanto de la parte que conocemos (o creemos conocer) que la defendemos frente a los demás, tratando que los demás compartan nuestro propio dominio sobre esa parte, una parte infinitamente minúscula comparada con el todo que nos aguarda a la distancia y que no queremos conocer en su totalidad. A veces queremos que nuestra visión parcial domine sobre las visiones parciales que otros poseen y podemos llegar al extremo inconcebible de intentar borrar de la vida y de la historia aquellas visiones que no concuerdan con la visión que nosotros poseemos. Existen, incluso, algunos extremistas que quieren reducir la totalidad, sometiéndola a los estrechos límites de su propia visión parcial de esa totalidad. Deberíamos ser modestos y reconocer, al menos, que sólo sabemos de la parte de un todo imposible de reconocer en sí, es decir, totalmente. Podríamos decir que la totalidad es lo incierto… al menos creo que esta última afirmación es cierta, es decir, si bien no puede ser totalmente cierta, al menos sí puede ser parcialmente cierta. En fin, punto y aparte.

El filósofo que olvidó el ahora…

Fecha: 24 de febrero de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 0

En su afán de distanciarse de las doctrinas del momento, de condenarlas al pasado y superarlas en definitiva, el filósofo imaginó una senda segura hacia el futuro, dotada de luz y certidumbre, donde la confusión de las ideas se resolviera. Dedicó a ello la mayor parte de su esfuerzo creativo: sintetizó teorías, concilió puntos de vista, localizó los aspectos antagónicos de algunas posturas que tenían algo de valía y, en muchos sentidos, estableció un programa para el futuro de las ideas, anticipándose a la evolución natural del pensamiento. Lo logró en gran medida, pero se olvidó de darle un nombre a las reflexiones del presente, así que cuando sus seguidores intentaron aplicar los frutos de su inquietante talento se encontraron con un barco a la deriva, sin anclaje en el mundo de nuestros días.

En su afán de distanciarse de las doctrinas del momento, de condenarlas al pasado y superarlas en definitiva, el filósofo imaginó una senda segura hacia el futuro, dotada de luz y certidumbre, donde la confusión de las ideas se resolviera. Dedicó a ello la mayor parte de su esfuerzo creativo: sintetizó teorías, concilió puntos de vista, localizó los aspectos antagónicos de algunas posturas que tenían algo de valía y, en muchos sentidos, estableció un programa para el futuro de las ideas, anticipándose a la evolución natural del pensamiento. Lo logró en gran medida, pero se olvidó de darle un nombre a las reflexiones del presente, así que cuando sus seguidores intentaron aplicar los frutos de su inquietante talento se encontraron con un barco a la deriva, sin anclaje en el mundo de nuestros días.

El filósofo más grande del mundo…

Fecha: 20 de febrero de 2011 Categoría: La irreflexiva reflexión Comentarios: 2

El gran filósofo, en una de sus obras fragmentarias, descubrió que el problema de la filosofía es el del lenguaje. «Todo lenguaje -dijo- es una imagen de la esencia del mundo, pero no su esencia, pues todo lenguaje es imperfecto y al intentar describir la esencia la contamina y confunde. Es posible descubrir esa esencia, pero no describirla. Yo la descubrí pero no puedo contarla. El que me entienda sígame y no revele la preciosa esencia o la perderá al formularla con palabras, que están hechas para una época y un lugar. Son una convención, un tejido para comunicar el día y la hora, lo que queremos de almorzar y lo que decimos de la gente, pero no sirven para describir lo verdaderamente importante.» El filósofo enmudeció. Todos supieron que había logrado llegar a la esencia, pero jamás podría describirla para nosotros. Cuando murió sus discipulos siguieron el camino trazado y algunos de ellos, a juzgar por los testimonios, lograron alcanzar la esencia, pero no intentaron, por coherencia, describirla. Proliferaron las tesis doctorales al respecto. Todas bordeaban el límite preciso, el umbral de la descripción de la esencia del mundo, pero respetaron cuidadosamente traspasarlo por respeto a la misma esencia, que no puede describirse en verdad, que se arruinaría con las palabras y se contaminaría con las líneas de investigación. Con el tiempo aquel filósofo fue conocido como el más grande del mundo y su doctrina fue respetada por todos, aún con la certeza de que al honrarlo todos renunciaron al derecho a la razón.