Apuntes de la categoría: Miniwebstern

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Fecha: 16 de junio de 2010 Categoría: Miniwebstern Comentarios: 0

Voy al cine con mi padre. Un cine de pueblo, con ventanas sin vidrio donde se agitan las sábanas. Las ratas chillan entre los pies. Una película de vaqueros. El pistolero dispara y caen dos de ellos. Los demás huyen. El pistolero se acerca, los ve, uno de ellos suelta un gemido agónico, a medio camino entre la súplica y el dolor.  El pistolero  le dispara por última vez para rematarlo. Con calma, casi con indiferencia. Mi padre suelta esa risita aguda que tanto contrasta con su voz cavernosa. Una risita infantil que reserva para los momentos de gozo. Volteo a ver a mi padre. Su perfil en la oscuridad. Ríe de nuevo.

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Fecha: 16 de junio de 2010 Categoría: Miniwebstern Comentarios: 0

Los indios son los enemigos. Arruinan diligencias, roban mujeres, matan niños, arrancan el cuero cabelludo. Es fácil detestarlos. Pero algo no encaja. Veo mis manos y son rojas, como las de los indios.

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Fecha: 14 de junio de 2010 Categoría: Miniwebstern Comentarios: 0

Escucho jinetes en la tormenta. Mi soledad de estudiante. La vida atrás de la ventana. Sueño con una de vaqueros y recuerdo al viejo pistolero que nació un siglo después. El mismo que anhelaba el combate y vivió en un lugar lleno de paz. El que tenía la pistola a la mano hasta en los momentos del baño matutino. Sigo escuchando. Los jinetes siguen en la tormenta. Regreso a mi libro.

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Fecha: 14 de junio de 2010 Categoría: Miniwebstern Comentarios: 0

Me retaron. Dispararon alegremente contra un blanco lejano: botellas vacías sobre unas piedras. Algunos eran buenos, otros bebían demasiado para demostrarlo. Los vaqueros me molestaron. Dijeron que yo era rápido para montar y lento para disparar. Los dejé. Quedó una botella. Me atreví a dispararle. Todos aguardaron entre risas. Saqué la pistola y jalé dos veces el gatillo. Aquella botella lejana estalló con escándalo. Todos callaron. Tuve suerte, claro. Jamás volví a disparar entre ellos por temor a fallar.

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Fecha: 14 de junio de 2010 Categoría: Miniwebstern Comentarios: 0

Quise alejarlo de las armas. Le enseñé a trabajar la tierra, a cuidar al ganado, a protegerse sólo en razón de lo necesario. Todo fue inútil. Desde pequeño le gustaron las armas. Se deleitaba en ellas y tenía una puntería prodigiosa. Su mirada era orgullosa y mataba con indiferencia ardillas, coyotes, pájaros, lo que fuera. Una vez, mientras dormía, lo miré con cuidado. Aquel mechón oscuro cayendo en su frente y sus pequeños dedos acariciando un gatillo entre los sueños. Esa noche supe que criaba un pistolero.