Apuntes de la categoría: Casa de Empeños

Un sueño

Fecha: 19 de junio de 2015 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0

Tengo un sueño. No he logrado concretarlo pues nadie me ha postulado para Gobernador, o al menos para Presidente Municipal, pero lo tengo y lo compartiré con las próximas autoridades. Por lo pronto aquí lo dejo para la consideración de ustedes: adquirir o habilitar una gran extensión de terreno para crear un nuevo parque, sería el “Parque de las estaciones colimenses”.

Allí plantaríamos muchos árboles, de los que dan colorido a la entidad en cada momento del año, como el Tabachín (de bellísimas flores anaranjadas y rojas, en floración en este mes), la Rosamorada (de flores color rosa violáceo), la Primavera (bellísima entre febrero y abril, con su color amarillo intenso) la Lluvia de Oro (de doradas y aromáticas flores que cuelgan en racimo), el Zolocuáhuitl (floración en otoño en tupidos racimos de flores blancas y pequeñas que dan una impresión de paisaje nevado), en fin. No deberíamos olvidar a las parotas y algunas palmeras, tan magníficas siempre y tan estimadas por los colimenses. Entre árbol y árbol podríamos diseminar bugambilias de diversos colores, para contar en todo momento con un toque agradable en el entorno.

De acuerdo a la floración del año podríamos organizar allí algunos festivales artísticos (conciertos, actividades escénicas, etc.) que motivarían la convivencia familiar y enlazarían la actividad cultural con la naturaleza. En muchas sociedades ocurre así. Por ejemplo, son famosos los festivales asociados a los cerezos en flor de Japón, llamados Hanami y Yozakura (éste último por la noche). También con motivo de los cerezos (3 mil obsequiados por el alcalde de Tokio en 1912), se celebra cada año el Festival Nacional de los Cerezos en Flor, en Washington D.C.

Por lo pronto, podríamos comenzar adornando espacios en uso, como los terrenos de la Feria de Colima (En los de la Feria de Villa de Álvarez tengo entendido que ya se realizó algo así, pues se lo sugerí hace un par de años al entonces presidente municipal Enrique Rojas). Quizás estos árboles serán disfrutados a plenitud por las nuevas generaciones y no por las actuales, pero, como lo dijo alguna vez el ex presidente Adolfo Ruiz Cortines: “no siembro para mí”. En efecto, hay que ir sembrando ideas para los que vienen, para que los colimenses del mañana disfruten mejor del Colima que tanto amamos.

Orejas de duende

Fecha: 27 de mayo de 2015 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0

«Tengo las orejas muy largas y puntiagudas y se ríen de mí en la escuela», le dije un día a mi padre. Yo estaba niño. Mi padre me dijo que así somos en Colima, que siempre buscamos reirnos de los demás, pero que no había que hacer mucho caso de eso. También me dijo la razón de esas orejas. Me explicó que su abuelo, es decir, mi bisabuelo, era un duende y que se había enamorado de la muchacha que sería mi bisabuela. Que por ese amor se había vuelto humano y se había casado con ella, pero que siguió pareciendo un duende durante toda su vida y nosotros habíamos heredado sus orejas. Yo quedé fascinado con la explicación. Un día me llevó a una de sus largas excursiones, mitad cacería, mitad caminata por veredas cerriles, y me enseñó un árbol, cercano al punto llamado El Borbollón, en las faldas del Volcán de Fuego. Me dijo que en ese árbol se aparecían los duendes. Le dije que quizás esos duendes serían parientes nuestros. Ya habían pasado algunos años de aquella confidencia y se alegró mucho que la recordara. Me dijo que en efecto, quizás eran nuestros parientes y que por eso no se molestarían si descansábamos un poco por allí. Nunca vi a los duendes pero ese día en la noche los soñé. En mi sueño jugaba con ellos algo parecido al boliche al pie de aquel árbol añoso. Hace poco tiempo, en una de mis propias caminatas por veredas cerriles (una afición que heredé de mi padre), encontré por casualidad el mismo árbol. Lo vi a la distancia y me acerqué alegremente. Recordé a mi padre y sus historias. Estuve un rato sentado por allí, llenándome de imágenes del ayer, y después seguí caminando. Cuando estaba un poco lejos creí escuchar unas vocecillas a la distancia que decían «Es Rubén…», «No, no es Rubén, no tiene pelo», «Sí es, ya creció, mírale las orejas».  No quise voltear ni regresar. Me dio un poco de miedo en esa ocasión, pero sé que regresaré, al menos para que sepan de mí aquellos parientes. Quizás pueda volver a jugar un poco con ellos.

10 libros y un piquito

Fecha: 19 de septiembre de 2014 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0

Algunos amigos me preguntan sobre mis diez libros favoritos, los que más he disfrutado y a los que regreso siempre que puedo. Aquí van, sin orden estricto de preferencia:

1) Décadas de las Historia Romana, de Tito Livio; 2) La revolución romana, de Ronald Syme; 3) Ensayos y notas, de Daniel Cosío Villegas; 4) Yo, Claudio, de Robert Graves; 5) La antigua retórica, de Alfonso Reyes; 6) Casino Royale, de Ian Fleming; 7) Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar;  8 ) La memoria de Sciascia, de Federico Campbell; 9) La realidad oculta, de Brian Greene; 10) Los dragones del Edén, de Carl Sagan.. y pondría tres más, por ser quizás los primeros libros que leí completos: 11) Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne; 12) Cuentos Colimotes, de Gregorio Torres Quintero y 13) Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez…

Buen viaje Don Carlos…

Fecha: 26 de agosto de 2014 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0

Hace algunos años, el PRI eligió al licenciado Carlos de la Madrid como su candidato a la presidencia municipal de Colima. En la misma convención, celebrada en el viejo edificio del Jardín Juárez o de La Concordia, donde hoy se ubica el Archivo General del Estado (bajo mi actual responsabilidad), el PRI me designó como candidato a presidente municipal suplente, un cargo honorífico con pocas oportunidades para convertirse en una realidad, pues en caso de ausencia del presidente en funciones el cabildo puede designar a cualquier de los integrantes (regidores o síndico). Sin embargo, para mi edad (representaba al  Frente Juvenil Revolucionario en el municipio de Colima y contaba con unos 19 o 20 años) era una gran oportunidad, sobre todo curricular. Sin embargo, previo al registro ante las autoridades electorales mi cargo se perdió y fui sustiuido, debido a una negociación de última hora con un sindicato. Yo estaba muy molesto y decepcionado, pero el candidato me pidió acudir a su casa, en Calzada Galván, y me invitó a seguir en su planilla como regidor suplente. Yo no acepté en un inicio, pero me convenció de hacerlo. Me dijo (palabras más, palabras menos) que en política no se nos permite elegir, que alguien nos elige y que debemos aprovechar las oportunidades. Carlos de la Madrid no era elocuente, usaba pocas palabras, pero lo que me dijo me pareció muy razonable. «Este es el oficio que elegí y debo aprenderlo de los que saben más que yo», me dije. Entonces acepté y fui regidor suplente en su planilla. Con los años siempre me trató de forma amable, aún cuando nunca participé en su gobierno, ni en el municipal ni en el estatal, pues después de la presidencia de Colima alcanzó la gubernatura del estado. Nunca fué mi jefe, vamos, pero siempre le guardé respeto, en especial por aquella historia que compartimos y aquella breve lección que nunca olvidé y que me sigue ayudando a elegir rumbo en los momentos difíciles. Buen viaje don Carlos…

Uno de los grandes

Fecha: 21 de mayo de 2014 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 1

Cuando tenía unos ocho o nueve años acompañé a mi padre a una visita a un domicilio. Una casa de altos muros y ventanas, muy cercana al centro del Colima. Mi padre llevaba un legajo de documentos que requerían una firma. Mi padre era, por ese tiempo, subdirector de la Secundaria 80 y también colaboraba en la Universidad de Colima. Alguien abrió la puerta, nos hicieron pasar y subimos a una de las habitaciones. Allí estaba, en cama y muy enfermo de tos, el funcionario al que buscaba mi padre. La tos no le permitía ni siquiera sostener una plática continua, pero me saludó con mucha amabilidad, lo mismo que a mi padre. Hizo algunas preguntas y se incorporó, con muchas dificultades, para firmar todos los documentos. Nos despedimos de él y salimos. Me impresionaba mucho que alguien tuviera que ser molestado cuando estaba enfermo. Le pregunté a mi padre sobre eso. Me dijo que cuando alguien tiene una función importante ninguna enfermedad puede detenerlo. Debe hacer lo que tiene que hacer y punto. A mi padre le gustaban las frases así, un poco dramáticas pero efectivas. Volví a ver la casa desde afuera. Volví a ver los muros altos, por lo menos para mí, y las ventanas que no parecían estar al alcance. Le pregunté sobre eso a mi padre. Nuestra casa era distinta, con un jardín a la vista y una puerta que siempre estaba abierta. Me dijo algo así: “Es que es un político y a los políticos no les gusta estar a tiro de piedra. Alguien puede querer hacerles daño”. Le pregunté más sobre eso, sobre lo que significaba ser un político y la razón de que alguien pudiera querer hacerles daño. Mi padre era paciente y tenía instinto pedagógico. Me explicó que algunas personas aspiran a tomar decisiones, a ser los que dirigen las empresas, las instituciones, los países. Es una vocación, como aspirar a ser médico o ingeniero. A esas personas se les llama políticos y los hay de muchos tipos, buenos y malos, pero todos tienen que tomar decisiones que otros no quieren o no pueden tomar y cuando las toman no pueden evitar beneficiar a algunos y molestar a otros, pues nadie puede quedar bien con todo el mundo, así que los políticos deben saber cuidarse de quienes no están contentos con ellos. Pero —añadió— si lo piensas bien, así le ocurre a todo el mundo. Ni el hombre más alejado de la política puede estar bien con todos. Siempre habrá alguien que lo envidie o se sienta ofendido por él y algunos querrán dañarlo, por eso hay que tener cuidado.

Con los años entendí muy bien eso que me dijo mi padre y fui testigo de ese peligro que corren los políticos. Ejemplos los tenemos a la mano y no es necesario recordarlos en este momento. Lo importante aquí es que a ese personaje, que ya en aquella época era importante, lo seguí viendo y disfruté muchas veces de sus palabras a lo largo de los años. Era un hombre tranquilo, sosegado, siempre dando la impresión de que nada podía sorprenderlo y que esperaba lo mejor o lo peor de cada circunstancia con la misma naturalidad. Siempre me trató con afecto, un afecto familiar, el mismo que le había dispensado a mi padre y que yo heredé. Por supuesto, mi padre le tenía particular estimación. Una vez me dijo que gracias a él había podido sortear algunas dificultades personales a lo largo de los años.

Con los años yo mismo me convertí en un personaje público y, cosa curiosa, pude ser secretario de la administración estatal, en el área cultural, al mismo tiempo que aquel político que había conocido de niño, que lo fue en el área de planeación. Siendo una personalidad importante en sus mejores años como funcionario público, siguió como tal en la última etapa de su vida. Fue rector de la Universidad de Colima, a la cual convirtió en una institución educativa sólida. También fue diputado federal, secretario de Planeación del Gobierno del Estado y dueño de un importante medio de comunicación impreso. En su última etapa como servidor público todavía hizo una aportación más a su entidad natal, siendo uno de los principales promotores para la creación de una nueva institución educativa: la Universidad Tecnológica de Manzanillo.

No puede decirse que no cumplió su misión en la vida. Tampoco puede decirse que quedó bien con todos aquellos que lo conocieron, pero así es esto: no existe la política sin controversia, como no existe el éxito sin lastimar algunos intereses. Lo importante es que su nombre queda inscrito en muchos capítulos importantes de la historia política, educativa, universitaria y administrativa de la entidad. Fue uno de los grandes de Colima. Sin duda.

Descanse en paz, Jorge Humberto Silva Ochoa. Yo lo recordaré con afecto.