Apuntes de la categoría: Historias al pasar…

Si, de nuevo el Apocalipsis desde mi ventana.

Fecha: 15 de abril de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0
Hace unos momentos me desperté por unos gritos. Me asomé. Una pareja deliberaba al interior de un vehículo, acompañando sus razones con alaridos.
 
La diferencia de perspectivas se hizo un poco más aguda y él salió dando un portazo. Caminó hacia la esquina.
 
Ella también salió y comenzó a perseguirlo. Le gritaba de todo: «gusano asqueroso», «rata cobarde», «iguana del drenaje», «cerdo con triquina».
 
Me asombró el florilegio de variadas denostaciones. La dama debía gozar de cierta pasión literaria. Pero lo más asombroso fue que el fulano seguía caminando sin inmutarse, hasta que se perdió en la oscuridad.
 
Ella regresó. El vehículo seguía encendido. Lo pateó un buen rato. Luego lo apagó y arrancó las llaves. Las tiró a un baldío cercano con todas sus fuerzas. Hizo una llamada y se puso a fumar. Quise bajar a pedirle un cigarro, pero me dio miedo que recalara contra mí. Unos momentos después llegó otro vehículo, sin duda un Uber o Chofer Pro y se la llevó a otro destino.
 
Un rato después regresó el fulano. Debió quedarse viendo la escena desde lejos, pues se dirigió con precisión al baldío, escudriñó un rato por allí y salió triunfante con las llaves. Fue al vehículo, revisó las patadas en la puerta, se subió y se fue.
 
Yo regresé a mi cama. De no ser por el maldito virus habrá bajado a ofrecerle un trago. En esos momentos amargos siempre debe manifestarse un poco de solidaridad masculina, pero con la pandemia eso es imposible.
 
Otro día será.

Más terrible lo terrible…

Fecha: 30 de marzo de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

Para algunas personas la realidad es insuficiente. Puede ser una realidad agobiante (como la que brota de la actual pandemia) y aún así no los satisface, así que la disfrazan para volverla algo peor, quizás a la altura de su espíritu enfermizo.

Por ejemplo, en muchos chats de WhatsApp me llega una imagen que parece a primera vista una noticia, donde supuestamente el presidente de Italia, “con lágrimas en los ojos” (para dar un efecto más patético todavía), declara que Italia perdió la batalla contra el coronavirus y que ahora sólo Dios puede ayudarles. Al final, como remate, pide orar. El problema es que es una nota falsa, como lo podrá comprobar cualquiera que decida revisar las noticias por internet.

No es el único caso. También me llegó varias veces un vídeo que alguien tituló de la siguiente forma: Presidentes de las naciones dicen “estamos perdiendo la batalla. Sólo Dios nos puede ayudar”. El problema es que cuando corre el vídeo aparece el presidente de Paraguay dando un mensaje de esperanza, no de desaliento, si bien coloreado con referencias a su Fe.

Entonces ¿cuál es el propósito de falsear información de esta manera?

¿Los que diseñan estas notas falsas piensan que hacen un bien a la humanidad?

¿Los que fabrican mentiras para difundirlas suponen que la realidad, ya de por sí terrible, debe ser peor para que sea más “pedagógica” y aleccionadora?

¿Los que llenan de distorsiones las redes consideran que su Fe se robustece mintiendo para provocar pánico y desesperanza?

¿Sociopatía, fanatismo, mentira patológica?, ¿cuál es la respuesta?

Lo peor es que muchas personas, por esa actitud refleja de creer lo peor y difundirlo sin sentido crítico, se vuelven propagandistas del desastre y agoreros del Apocalipsis.

Difundir contenido sin verificar en nuestras redes hace más daño que beneficio en una circunstancia de por sí terrible.

Es uno de los caminos hacia el mal, no hacia el bien.

Amarilis

Fecha: 27 de marzo de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

¿Dónde quedó Sesti, que tanto hablaba de una tal Amarilis? Un día su padre vino por él. Se lo llevó y jamás volvió. Quizás no era su camino por aquí. Quizás no tenía ninguno. Lo cierto es que no parecía preocuparse por nada ni por nadie. Sólo por Amarilis. Un día me enseñó una foto de ella: una mulata carnosa que le llevaba unos buenos años. Quizás su padre lo mandó lejos para que la olvidara. Lo cierto es que nunca la dejó ir. Se gastaba la pensión del mes en llamadas hasta su lejano país. Quizás el padre descubrió que la suya era una causa perdida o supo que la mejor forma de que Sesti olvidara a Amarilis era regresándolo al alcance de ella. Quizás eso pasó. La mejor forma de hacer algo inolvidable es teniéndolo lejos. La mejor forma de olvidarlo es teniéndolo a la mano. Me gustaría saber de Sesti en estos momentos. Estoy seguro que ya ni se acuerda de Amarilis. Debió conocer muchas Amarilis después de la primera. Quizás la tal Amarilis solo vive en mi recuerdo o mejor dicho, en mi recuerdo de Sesti cuando hablaba de Amarilis. Total, de lo que sí estoy seguro es que esto a nadie le importa. Mucho menos a Sesti. Quizás ni a la misma Amarilis.

El pacto con la irrealidad.

Fecha: 24 de marzo de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

Una mujer que debe leerse es Karen Horney, quien en sus inicios se inscribió en la escuela psicoanalítica, pero terminó como disidente de ella, formulando sus propias e interesantes teorías. Una de esas teorías, bastante luminosa, es la diferenciación entre el “yo real” y el “yo ideal”.

Sin profundizar aquí, diremos que todos tenemos esa dualidad: un “yo real” que sentimos poco agraciado y torpe comparado con un “yo ideal”, que es como nos vemos, como suponemos que pueden vernos los demás o como desearíamos ser vistos.

Algunos ejemplos, burdos si se quiere, pueden ilustrar esas dos formas del “yo”:

-Si soy una persona conflictiva, que todo lo discute y que tiene rasgos intolerantes hacia los demás, supondré que soy una persona proactiva, que gusta decir las cosas con franqueza y que defiende sus ideales.

-Si soy una persona con serios problemas para reconocer la autoridad y acatar las reglas, me diré que soy un amante de la libertad, un rebelde o incluso un revolucionario.

-Si soy una persona floja, dada a la pereza y la indecisión, podré concebirme como una persona reflexiva y serena que analiza todo antes de actuar.

Podríamos seguir hasta el infinito.

Incluso hay personas que siendo de una forma se ostentan como todo lo contrario.

-Hay hombres que desprecian a las mujeres, por ejemplo, pero se ostentan como adalides de las causas femeninas.

-También existen mujeres que odian a los hombres por algo, pero que adornan su impulso esencial con argumentos de justicia y reivindicación.

Para Horney esta dualidad existe en todos nosotros, pero algunos la llevan a extremos, lo cual es una de las expresiones de la personalidad neurótica o disociada de la realidad.

En esos extremos el “yo ideal” llega a suplantar al “yo real” hasta que casi se vuelve invisible.

Horney añade un maravilloso punto de vista: ese dominio del yo idealizado sobre el real llega ser una forma del famoso “pacto con el diablo”, del que tanto habla la literatura.

Al pactar con lo no real, vivimos una vida falsa, fuera de la realidad, persiguiendo una idealidad que está alejada de lo que somos.

Pactamos con lo no real, hasta que llega el momento final, el de la muerte y es cuando nos damos cuenta de que vivimos engañándonos, pero sin poder engañar a Dios.

Me imagino que llegaremos con el Creador y le diremos que en realidad fuimos buenas personas, pero él nos dirá la verdad. Y si no existe el Creador, nadie podrá engañarse a sí mismo en el momento de la muerte, cuando el yo ideal ya no tenga necesidad de existir y nos deje desnudos frente a la realidad que agoniza.

De forma constante vemos que los peores maleantes, narcotraficantes y asesinos van a misa, hacen donaciones y hasta intentan hacer algo de bien con sus ganancias ilícitas. Deben estar engañándose y diciéndose: “hago cosas malas, pero en realidad son una persona buena que hace lo necesario para sobrevivir y ayudar a los demás”. Si claro. Es su yo ideal intentando sepultar al yo real, pero en el momento final se darán cuenta que estaban pactando con el mal.

Una vieja película de Alan Parker, con las actuaciones de Robert De Niro y el extraordinario Mickey Rourke, Angel Heart (conocida en México como “Corazón Satánico”) es muy elocuente al respecto. Allí se ve con claridad el conflicto entre lo que somos y lo que creemos ser o, mejor dicho, lo que nos hemos convencido de ser.

Reflexiones desde el encierro 1

Fecha: 21 de marzo de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

Parecer es lo más cercano a ser.

Si pareces tonto, lo más probable es que termines siéndolo.

Si dices tonterías, aunque sea por juego, es seguro que terminarás pensando tonterías.

Por eso es mejor intentar parecer inteligente diciendo cosas inteligentes: tarde o temprano terminarás considerado así.