Apuntes

Apuntes por categoría

Circulares

Fecha: 1 de octubre de 2023 Categoría: Nueva guía de perplejos, Sin categoría Comentarios: 0

Algunos son magníficos en la discusión pero pésimos en la búsqueda de la verdad.

Al ganar pequeños intercambios verbales se retiran satisfechos, empapados en sus propias palabras alejadas de la realidad.

Viven en la trampa de sus propios argumentos.

Profecía

Fecha: 1 de octubre de 2023 Categoría: Agudezas Comentarios: 0

La mejor forma de lograr el acierto en una profecía es pronunciarla o escribirla después de que ocurra lo profetizado.

Una respuesta

Fecha: 25 de julio de 2023 Categoría: Agudezas Comentarios: 0

La imaginación es una respuesta: la inventamos para sosegar a la mente por todo lo que ignora.

Poesía que traigo

Fecha: 3 de junio de 2023 Categoría: Atisbos Comentarios: 0

Hace poco comprendí que traigo en mi algo de poesía, pero el mundo a veces tiene la suya y ambas miran las cosas de distinto modo.

Es que el mundo mira cosas que son suyas -que están en sí- y yo las miro desde fuera, desde mi.

Ahora bien, sé que también soy mundo pero ando por allí sintiéndome fuera de él.

En voz alta

Fecha: 7 de enero de 2023 Categoría: Eso que brota Comentarios: 0
Mis palabras deben ser dichas.
Sin la voz son garabatos.
Mis palabras sólo existen en voz alta.
En voz queda se olvidan.
Palabras que se inventaron
y se extraviaron en los archivos,
aguardando opacas,
diciéndose solas,
expresándose y repitiéndose,
rebotando en los anaqueles
aguardando los sonidos de mi vida.
Otras (que logro decirme) saben a viejo.
Apenas se dicen escaldan la lengua
y deben masticarse lento,
se dijeron tanto antes de mis tiempos
espolvoreadas con cartón y olvido,
que al decirse quedan pegadas,
charamusca entre las muelas,
caries de color cobrizo,
herrumbre en las encías.
No todas ―digo―
las hay amargas,
como los días perdidos,
cuando deambulaba sin hacer,
hablando por hablar,
diciendo que aprendía
y sólo postergaba,
diciendo que hacía
mientras pasaba.
Algunas palabras se apachurran,
achatándose a mis súplicas,
otras se vuelven altivas
como gato mirándome.
Las hay que sisean como víboras,
se arrastran ―digo otra vez―
pero no huyen,
se acurrucan bajo la mesa
aguardando mis talones.
Otras se muelen
y después de molidas se amasan
(con un poco de agua perfumada,
para el disimulo)
mientras alguien las extiende
sobre el comal de la página,
o se dejan mecer entre mis dedos,
como si fueran aquel niño mágico:
¿Pulgarcito se llamaba?
Brotan de muy abajo,
de un pozo profundo,
donde nadie arroja monedas
porque no cumple deseos.
Un día pedí uno
(un deseo, digo)
pero rebotó tanto
que al llegar arriba ya no era deseo,
apenas un sueño,
quizás bostezo,
un vago recuerdo de lo que fue
como el rostro que amé una vez
antes de extraviarse en su propia historia.