La agresividad es en realidad un escudo que revela miedos profundos
La agresividad es en realidad un escudo que revela miedos profundos
Los tontos creen que la risa es burla contra ellos.
Cuando se quiere silenciar algo desde el poder lo más torpe es eso: intentar silenciarlo.
Aquello que se quiere silenciar termina reproduciéndose más de lo esperado.
La censura es en realidad un megáfono.
Algunas personas, hoy como ayer, dicen algo a medias, sin mucha reflexión y cuando se les interroga al respecto se muestran irónicos, a media sonrisa, como si fuera el otro el que no entiende sus sesudos pensamientos o su profundo conocimiento de algún tema.
Esos personajes simulan que lo dicho está claro en su mente, pero no logran explicar lo que dicen o quieren dar a entender, como si se refugiaran en una actitud suficiente o sabionda para enmascarar su propio desconocimiento de las cosas.
En realidad temen dar explicaciones porque los demás se darían cuenta que guardan enredos en su cabeza, no certezas.
En suma, se sienten como oráculos, dando explicaciones a medias, atando frases sin sentido y soltando palabras inconexas esperando que alguna de ellas, más por suerte que por habilidad, pueda dar en el blanco.
En la muerte de Jesús se dan cita algunas tipologías del ser humano, muchas de ellas temibles. Quizás se trata no de tipos, sino de distintas formas de nuestra personalidad, como si todos pudiéramos asumir una y otra representación, lo cual da un poco más de miedo.
Allí están, entre otros, los siguientes:
*El que se vende por monedas y que es capaz de dar un beso, lleno de hipocresía o quizás con parte de verdad, al traicionado.
*Los que duermen sin tomar conciencia de lo importante del momento.
*Los que dudan en los momentos decisivos.
*El hombre airado, de naturaleza buena, que puede empuñar y usar un arma en el momento de ira, para después arrepentirse.
*El funcionario que decide lavarse las manos para no asumir una posición clara frente a la muchedumbre.
*El que infringe dolor, como si fuera su oficio, acatando en realidad una expresión perversa de poder o placer.
*La mujer que quiere hacer algo más pero no puede o no se anima a hacerlo.
*El que oculta sus convicciones o creencias, no una sino varias veces.
*La madre que llora impotente frente al camino elegido por el hijo.
*El terrible que tiene un golpe de suerte y escapa de la justicia.
*El ladrón que intenta robar hasta el perdón en el último momento.
*La muchedumbre estúpida que asiste con gozo a contemplar el suplicio de otros (no sé si se dan cuenta pero lo seguimos poniendo en práctica de una forma o de otra)
*Los que se unen festivos al desprecio del caído.
Pero hay uno que me aterra más que otros: el Caifás, que cree hacer lo correcto desde lo terrible, amparado en una íntima convicción, en una posición de poder, en una terca soberbia. Es algo, por desgracia, en que se puede caer en cualquier momento. Es una posición en que muchos seres dotados cayeron alguna vez, ya no digamos los de la medianía, pues a veces surge la tentación aterradora de «hacer lo que se cree correcto». Dios nos libre.
También hay algo más: la tentación de hacerse pasar por mártir en ciertos momentos, cuando eso también puede ser banalidad y soberbia, pues nuestro Jesús sufrió para que nosotros no debamos sufrir como él.
Dios nos envíe claridad en estos días de reflexión.
Abrazos.