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Una banca

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Eso que brota Comentarios: 0

Hay una banca triste en el jardín donde me sentaba con ella a vivir el desplome de la tarde, a charlar de todo y de nada, a revisar lo importante y lo que estaba de más. La banca escuchaba sin intervenir y se alegraba, me lo dijo, de tenernos allí. Nos extraña, lo entiendo, pero poco puedo hacer. Me sentaré allí, acompañando a la banca, mientras ella regresa algún día o me voy también, sin saber más de mí.

Ladrona

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Agudezas Comentarios: 0
Ella comete un hurto: el de sí misma
(lo dijo Justiniano en su Digesto)
Elude los afanes,
escapa del alcance,
desenreda el cuidadoso tejido que la envuelve.
No es libertad lo que busca:
es impedirme.
Ella es ladrona que se roba de mi.

Estrategia

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0

Tocar algo en el instante, cualquier cosa, para saber que estoy ahí y que en ese lugar y en tal momento está mi vida, mi presente auténtico, mi yo en totalidad, más allá de los momentos pasados o los momentos que pasarán. A veces olvido que la vida es lo que está sucediendo y no lo que pienso que sucede. Por eso palpo, para situarme.

Pasos

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0
Caminar por una calle hueca, casi por un túnel.
Un deambular resonando en el adobe seco, sin ventanas.
Los pasos asemejan voces sigilosas que rebotan en los muros y avanzan conmigo.
Algo da miedo.
Caminar más de prisa hasta que los ecos de mis pasos sean charlas animadas.
Un poco más y los muros devolverán un vocerío desenfrenado.
Entonces correr, para que el coro se vuelva un alarido.

El invisible

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0
Me puse a caminar por el jardín cercano intentando hacer un poco de ejercicio. La noche se sentía cálida y solitaria. Al iniciar vi unas cuantas personas, pero se retiraron muy pronto y quedé con el jardín para mí. Caminé un poco más. Puse música con mi teléfono y acomodé los audífonos. Escuché algo suave y seguí caminando. Algunas melodías llegaron con fuerza, invitándome a sentir el ritmo. Quise bailar un poco. Miré hacia todos lados. Nada. Un jardín solitario que me invitaba a explayarme. Ni siquiera pasaban vehículos por las calles adyacentes. Por unos instantes gocé de la sensación de invisibilidad, de perderme entre el paisaje de la noche. Me animé a caminar siguiendo el ritmo de California Dreamin, luego de Scare Easy y Stayin’Alive (perdón, pero mis gustos no son muy actuales). Cuando llegué a Bitter Sweet Symphony de plano dejé de caminar y me puse a bailar solo, con soltura y suavidad. Miré una vez más alrededor y no percibí a nadie, así que me puse a brincotear por todos lados. Casi un Fred Astaire deambulando por entre bancas y postes de luz.
Al día siguiente una amiga me dijo: «Rubén, te vi bailando en el jardín. Te veías muy contento». Dios. Le dije que no era yo. Que tengo un vecino que se me parece mucho. Que yo poco camino y casi nunca bailo. Corrí a esconderme deseando ser invisible en verdad. Nada. No volveré a caminar en solitario nunca más. La sensación de invisibilidad es peligrosa.