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Hecho hilachos

Fecha: 8 de junio de 2020 Categoría: Eso que brota Comentarios: 0

Alguien tomó un hilo de mí. Primero fue suave, después a tirones.Cuando llenó dos canastos desistió y se fue.

Me dejó por allí, desmadejado.

Desde entonces intento anudar las hebras deshechas, zurcir y trenzar un poco… Remendarme pues.

Me dijeron que no es importante, que nadie se fija: que puedo andar por allí con los cabos sueltos, descosido, soltando mis propios hilachos.

Me dicen también que ya llegará quien me enhebre y ordene en madejas, pero no me gusta andar así, tan deshilvanado.

Por eso me unto pegamento, me envuelvo en mi mismo, me lío de nuevo y doy forma de ovillo.

En suma: me convierto en bulto y sigo caminando.

Sólo temo que mi gato juegue conmigo.

Libertad

Fecha: 7 de junio de 2020 Categoría: Agudezas Comentarios: 0
Decir lo que se quiere, sin filtros, no es decirlo con libertad.
Si así fuera los rebuznos o ladridos también serían expresiones libertarias.
Lo que se dice debe decirse con inteligencia, de forma sensata y en el momento oportuno.
De otra forma no es libertad: es abrir la boca con libertinaje.

Náufrago

Fecha: 5 de junio de 2020 Categoría: Eso que brota Comentarios: 0
Escribir algo.
Arrojarlo a la red.
Esperar que sea leído,
quizás comentado,
al menos señalado con alguna emoción digital.
Como escribir mensajes en una botella,
desafiar la soledad del náufrago,
simular que alguien puede escuchar.

La primera batalla del Capitán América

Fecha: 31 de mayo de 2020 Categoría: Comic Comentarios: 0

A veces los héroes del cómic luchan en la vida real. Uno de ellos es el Capitán América. En la portada de su primer cómic, en 1941, aparece golpeando al mismísimo Adolf Hitler. El líder del Tercer Reich ni siquiera alcanzó el estatus del gran enemigo en esas historietas: más bien asemejaba un bufón controlado por científicos locos y mentes más siniestras que la suya.

 

En ese año Estados Unidos aún no entraba en la guerra y aún dudaba en hacerlo. Peor aún, al interior del país estaban activas muchas organizaciones políticas e incluso paramilitares afines a la ideología nazi. No olvidemos que el nazismo se exportó antes del inicio de la segunda gran guerra y sedujo a muchos en el continente americano. Incluso, algunos artistas e intelectuales mexicanos fueron simpatizantes del nazismo, sobre todo en sus orígenes, como José Vasconcelos y el Dr. Atl.

 

Pues bien, esos grupos pronazis, verdaderas quintacolumnas al interior de Estados Unidos, se molestaron mucho con aquellos primeros cómics del Capitán América. Los consideraron un instrumento de los judíos neoyorquinos. Incluso llegaron a lanzar amenazas contra sus creadores, Joe Simon y Jack Kirby. Las amenazas se extendieron a la misma editorial Timely Publications (hoy Marvel Comics) y a todos los que trabajaban en ella.

 

En algún momento las cosas se pusieron más agresivas y fue necesario pedir apoyo a las autoridades. El alcalde de Nueva York, por esa época, era el legendario Fiorello Laguardia, quizás el mejor recordado de todos los políticos neoyorquinos. Era todo un personaje: de muy baja estatura, quizás de 1 metro y sesenta (por eso le decían “The Little Flower”, es decir, “La Pequeña Flor” o “La Florecita”), de voz muy aguda y un gran lector de cómic, así como un fanático de la radio. Fue famoso que durante alguna época leía los cartones o historietas de los periódicos, dramatizándolos, para que los niños pudieran disfrutarlos. Pero también era un funcionario enérgico y temperamental. Además, si bien su padre era italiano, su madre era judía. Cuando supo de esas presiones a los creadores de Capitán América se comprometió públicamente a defenderlos y protegerlos. Envió policías a custodiar el edificio de la editorial, en la Calle 42. Los simpatizantes nazis poco pudieron hacer, más allá de lanzar amenazas y rechinar los dientes por el maltrato a su adorado Führer.

 

Con el tiempo Estados Unidos se decide, por fin, a participar en la guerra, lo cual le dio la razón al Capitán América. Pero este Capitán ya había ganado, para esa fecha, su primera gran batalla. No lo hizo solo, claro, tuvo el respaldo de otro gran personaje: Fiorello, una pequeña flor bastante enérgica y temperamental, que no andaba con tibiezas a la hora de tomar decisiones.

Consejos…

Fecha: 28 de mayo de 2020 Categoría: Historias al pasar... Comentarios: 0

Todo consejo es fascista.

La frase es del maestro José Muñoz Cota y pude recuperarla gracias a mi estimado condiscípulo Everardo García Ortiz.

Coincido. Cuando se aconseja se asume una posición de superioridad, de cosa sabida, de predominio.

Es algo difícil de comprender en un primer instante, pues se nos enseña a valorar el consejo como algo dotado de sabiduría. No es así. El que aconseja no es sabio necesariamente, sólo cree serlo y supone, al mismo tiempo, que el otro, el que escucha, es incapaz de tomar sus propias decisiones, de elegir lo prudente entre alternativas, de llegar a las mejores conclusiones.

Entonces, el que aconseja se supone situado en un peldaño superior, mientras le habla en tono condescendiente al otro, al que supone ubicado peldaños abajo.

La psicología coincide con este supuesto: un verdadero psicólogo no aconseja, pues sabe que eso no ayuda al paciente. En lugar de aconsejar el psicólogo ilumina rincones oscuros para que el paciente encuentre sus propias respuestas o brinda el apoyo para transitar por un suelo firme, que evite los resbalones, mientras el paciente busca su propio camino.

El tema es coincidente, también, en las políticas públicas. Si queremos una política exitosa no podemos «pontificar» con ella, pues ello viola el principio de libertad en el pacto social. Por ejemplo, no podemos decir: «tienes que hacer deporte». Eso es un imperativo desagradable, aunque tenga un buen propósito. Lo que debería decirse es: «mira, hacer deporte es muy sano, te sirve mucho en la vida y, si gustas, aquí tenemos estos espacios deportivos para que puedas usarlos». No es lo mismo imponer que invitar.

Cuando «pontificamos» le decimos a los demás lo que «deben» hacer y en realidad los estamos ofendiendo, pues les suponemos abajo de nuestra inteligencia, de nuestra experiencia o de cualquier tipo de engañosa superioridad.

En cambio, el verdadero amigo no aconseja: ofrece ejemplos y alternativas para que el otro decida.

Por eso vuelvo a mi maestro: dar consejos nos acerca a la soberbia, la superioridad y al fascismo. En cambio, compartir ideas, propósitos y experiencias puede ser un ejercicio igualitario.